
Establecer metas es fundamental para el éxito profesional a largo plazo. La razón fundamental es que nadie puede alcanzar su objetivo sin definir primero claramente dónde se encuentra.
En los equipos, los objetivos dejan claro a los empleados qué se espera de ellos, dejando poco margen para que se escondan tras expectativas no especificadas. En otras palabras, permiten que las personas se responsabilicen de algo que sabían que debían hacer.
Pero lo mejor es que cuando se consiguen, los resultados se traducen en un sentimiento de éxito colectivo que, a su vez, crea un clima de mayor motivación y productividad.
1 . Asegúrate de que sean viables y específicos. Debes poder visualizar y comprender el resultado que esperas lograr. Los atletas usan la visualización para alcanzar el éxito. Al visualizar tu éxito con gran atención al detalle, te preparas y te aseguras de tomar las medidas necesarias para lograrlo.
No tiene mucho sentido fijarse como meta aprobar el examen de admisión a la universidad. ¿En qué carrera? ¿En cualquier otra? ¿Qué beneficio ofrece este tipo de resultado? Al fijar este tipo de objetivo, determina qué carrera te interesa y luego enfoca tus esfuerzos en esa dirección.
En cuanto a la viabilidad, también será inútil aspirar a un curso muy competitivo si no estás preparado para la competencia. Analiza tus posibilidades y aspira a una meta viable.
2 . Asegúrate de que tu objetivo sea medible. Intentar alcanzar una sensación (como la felicidad) o un logro ambiguo no te permitirá medir tu éxito. Siempre que sea posible, intenta cuantificar los resultados que esperas, en porcentajes, recursos financieros o tiempo.
Esto te permitirá medir tus logros y reajustar tus objetivos si es necesario. Como ejemplo, citaría el caso de quienes se proponen perder peso. ¿Cuántos kilos? ¿En cuánto tiempo? No tiene sentido solo querer entrar en esa ropa, ¿verdad?
3 . Asegúrate de que la meta esté a tu alcance. Esto significa que deberías poder lograrla, ya sea gracias a tu propio esfuerzo y determinación, o con la ayuda voluntaria de alguien que ya forme parte de tu red.
Si no tienes control sobre el resultado, no te comprometas. Por lo tanto, no garantices que los demás harán algo.
4 . Asegúrese de que los objetivos tengan sentido en conjunto y sean complementarios. Un ejemplo clásico de la gestión: no podemos aspirar a aumentar la rentabilidad y el volumen de ventas al mismo tiempo.
A nivel personal, sería como querer aprobar un examen de oposición y, al mismo tiempo, dedicar más tiempo a la familia. En ambos casos, un objetivo excluye al otro.
5 . No sobreestimes tu capacidad. Debemos admitir que algunas metas son a largo plazo, incluso si realmente queremos alcanzarlas.
Saber cuánto podemos acercarnos a él en cada período de planificación es una cualidad admirable. Intentar forzar la situación puede ser estresante para ti y tu equipo.
6 . Sé flexible. Evalúa tu progreso periódicamente y ajusta tu plan de acción si es necesario. Después de todo, puedes encontrar obstáculos en el camino hacia tus metas, pero no te rindas. Al contrario, estate dispuesto a adaptarlas para que se ajusten a tus necesidades cambiantes.
No te obsesiones con hacer algo que ya no es relevante para ti o tu empresa solo porque lo planeaste originalmente, se ha convertido en un capricho personal o una cuestión de honor. A veces es muy importante saber cuándo rendirse o cambiar de rumbo.
7 . Prioriza los objetivos según su plazo. Los objetivos a largo plazo deben desglosarse en mediano y corto plazo. Los objetivos a largo plazo pueden tardar entre tres y cinco años en alcanzarse, mientras que los objetivos a corto plazo pueden tardar desde unos meses hasta uno o dos años.
Funcionaría así: supongamos que quieres convertirte en maratonista. Dependiendo de tu condición física actual, podría ser un objetivo a largo plazo. Sin embargo, antes de alcanzarlo, tendrás que fijarte objetivos más inmediatos: empezar a caminar, empezar a correr y, gradualmente, correr distancias cada vez más largas hasta alcanzar los 42 km.
Sin embargo, tenga cuidado de no descuidar este proceso y convertir su largo plazo en diez años. ¡La disciplina es esencial!
8 . Asegúrate de lo que realmente quieres. Las metas deben ser emocionalmente gratificantes. Asegurarte de que realmente quieres alcanzar las metas que te propones te motivará a esforzarte más cuando las cosas se pongan difíciles.
Como empleador, puede motivar a su equipo añadiendo incentivos que sean personalmente significativos para sus empleados. Para comprometerse con un objetivo, debe creer en su importancia.
9 . Anótalo. Una meta escrita representa un compromiso real. El compromiso es lo que distingue nuestros sueños de nuestras metas. Ten a mano una copia de tu plan de metas y consúltala con frecuencia.
Investigadores de la Escuela de Negocios de Harvard estudiaron qué marca la diferencia entre el éxito y el fracaso de personas con antecedentes y estándares educativos similares.
Sus estudios encontraron que sólo el 31% de los entrevistados tuvieron éxito y lo que les ayudó fue que escribieron objetivos específicos de lo que querían.
El secreto detrás de la iniciativa es el desarrollo de hábitos y estrategias que apoyen el logro de objetivos claros.
10 . Establezcan metas en conjunto. Para aumentar la motivación, es necesario permitir que los empleados participen en el proceso de establecimiento de metas.
Por eso es importante mostrar a los empleados cómo su objetivo específico contribuye al éxito de la organización. La clave está en encontrar el equilibrio entre dar a los empleados la libertad de decidir sobre sus objetivos y guiarlos en cada paso del camino.
Finalmente, reconoce tu desempeño y logros, y celebra tus logros. Las metas te ayudarán a rendir al máximo y deberían ser parte constante de tu rutina personal o empresarial. ¡Piénsalo!
Prof. Dra. Carolina Spinola
Consultor de Negocios en ValorH Consultoría y Profesor Universitario. Administrador, Magíster en Administración y Doctor en Geografía, con énfasis en Desarrollo Regional.